El fentanilo es un opioide sintético que ha revolucionado tanto la medicina como el mercado ilegal de drogas. Creado en 1959 por el doctor Paul Janssen, este potente analgésico es entre 50 y 100 veces más fuerte que la morfina, lo que lo hace ideal para tratar dolores intensos, como los asociados al cáncer o postoperatorios. Sin embargo, su potencia también lo ha convertido en una amenaza global cuando se desvía al uso ilícito. En su forma legal, el fentanilo se administra bajo estricta supervisión médica, pero en las calles, producido de manera clandestina, se ha transformado en el epicentro de una crisis de salud pública sin precedentes.
¿Qué causa el fentanilo?
El fentanilo actúa sobre los receptores opioides del cerebro, generando una sensación de euforia y alivio del dolor. Sin embargo, su alta potencia lo hace extremadamente peligroso: una dosis tan pequeña como 2 miligramos —equivalente a unos granos de sal— puede ser letal. Entre sus efectos adversos están la depresión respiratoria, que lleva a la muerte por sobredosis, además de adicción severa, confusión y pérdida de conciencia. En el mercado ilegal, suele mezclarse con heroína, cocaína o pastillas falsificadas, aumentando el riesgo para los usuarios que desconocen su presencia.
¿De dónde proviene?
Originalmente, el fentanilo fue un avance farmacéutico desarrollado en Bélgica. Hoy, su versión ilícita tiene raíces transnacionales. China es uno de los principales proveedores de precursores químicos, sustancias que luego se envían a países como México, donde cárteles las convierten en fentanilo terminado. Desde ahí, cruza fronteras, especialmente hacia Estados Unidos, a través de redes de tráfico sofisticadas. Esta cadena global, combinada con la facilidad de sintetizarlo en laboratorios clandestinos, ha disparado su disponibilidad, alejándolo de su propósito médico original.
La problemática mundial del fentanilo
El fentanilo ha desencadenado una crisis de sobredosis que trasciende fronteras. En Estados Unidos, es la principal causa de muerte entre adultos de 18 a 45 años, con más de 70,000 fallecidos en 2022 ligados a opioides sintéticos, según el CDC. La mezcla con otras drogas y su bajo costo lo han hecho omnipresente, afectando comunidades enteras. En Canadá y Europa, el problema también crece, mientras que en América Latina se teme su expansión. La falta de cooperación internacional efectiva entre países productores, como China, y consumidores, como EE. UU., complica las soluciones. Además, el fentanilo plantea retos económicos y sociales: desde el costo de tratamientos de adicción hasta el impacto en familias devastadas.
Combatir esta crisis requiere educación, control de precursores y acceso a antídotos como la naloxona. El fentanilo, un medicamento que salva vidas en quirófanos, se ha convertido en un enemigo silencioso en las calles. Entender qué es, sus causas, su origen y su alcance global es el primer paso para enfrentarlo.